La crisis de nuestro modelo económico en el último gobierno de la Nueva Mayoría, el estallido social de octubre de 2019, la pandemia en marzo de 2020, la cesantía brutal en julio de este año (más de 1,7 millones de empleos perdidos) y el retiro del 10% de las AFP como auxilio a una comunidad ahogada por gastos y deudas han desatado un verdadero colapso en Chile. Y a todo esto, se suma la gran cantidad de trabajadores que lamentablemente a los 45 años, ya son desechables en nuestro sistema laboral. Ellos definitivamente no encontrarán trabajo en el abatido sistema laboral en medio de esta gran crisis sanitaria y social.
Eso implica que habrá menos cotizantes que alimenten este mal diseñado y leonino sistema de AFP que requiere urgente un rediseño o cambio radical. Para eso habrá que esperar que nuestros políticos se pongan finalmente de acuerdo. Sus visiones son muy opuestas para que nazca el nuevo modelo de previsión social que Chile necesita. Mientras tanto, la vida continúa y la urgencia apremia a las familias para poder sostener sus gastos básicos y lograr comer cada día. Hay ayudas que intenta hacer el gobierno, algunos con muchos pre-requisitos y gestión en línea. Pero las personas están cansadas y molestas con tanta inoperancia estatal.
Como empresario, no me cabe otra mirada que después de esta crisis muchas empresas quebrarán y muchas personas deberán emprender sus propios negocios. Tarea no menor para un país donde la mayoría está acostumbrado a recibir un sueldo mensual y órdenes de un jefe para ejecutar ciertas tareas del trabajo diario. Este cambio brutal habrá que asumirlo de golpe y, sin duda, nuestro Estado no puede quedar indiferente a la nueva realidad. Debe reforzar un modelo para facilitar que las personas naturales se transformen en personas jurídicas y comiencen el duro camino de facturar para obtener sus ingresos. Es decir, emprendedores que deben cambiar su liquidación de sueldos por facturación mensual.
El desafío es largo. Partir de emprendedor y llegar a ser un empresario puede tomar sin más ni menos, entre cinco y siete años. Según muchos estudios y mi experiencia personal de más de 25 años en varios negocios como empresario que partió como emprendedor de mucho esfuerzo para poder sobrevivir por años, es un gran desafío que sin duda vale la pena enfrentar. Ahora, claramente no es lo mismo emprender por oportunidad que por necesidad. Esto último trae todos los temores y derroteros juntos, pero si la realidad nos empujó a este salto al vacío, hay que hacerlo con las armas que podamos tener a mano y lo que el sistema nos pueda brindar para iniciar esta nueva etapa para recolectar nuestros ingresos en la sociedad.
Acá viene mi propuesta y recomendación. Chile debe transformarse en el corto plazo en un país de emprendedores que en una década sean buenos empresarios. Ya con cierta solidez, cada propuesta personal podría generar puestos de trabajo o contratos de asesorías de otras personas jurídicas que partieron y partirán con sus servicios o productos como emprendedores. Debemos ser capaces de construir este círculo virtuoso, puesto será la única manera de mitigar las pérdidas de trabajo de un modelo laboral que va en retirada en el mundo (empleado/empleador).
Hay cálculos cercanos para nuestra región que dicen que para 2030 solo entre el 30 y 35% de la actividad de trabajo será bajo el actual modelo de empresas contratando a personas (según cifras actuales de Chile, solo habría 3,3 millones de puestos de trabajo en 10 años más). El resto, solo pymes dando servicios y vendiendo sus productos en la gran comunidad empresarial con nuevas reglas y beneficios. Pero claramente en Chile vamos tarde con esta mirada y desafío país. Los políticos que necesitan votos seguirán luchando por este trasnochado modelo laboral y de previsión social. Por eso, los ciudadanos debemos estar siempre preparados para las crisis venideras. Un paso adelante que nuestro Estado, supuestamente protector.
El premio al emprendedor de Chile, aparte de un tremendo apoyo al partir, sin impuestos los dos primeros años, debe ser con apoyo con créditos FOGAPE-CORFO de verdad pagaderos a cinco y 10 años o más, inserción en una comunidad empresarial apadrinados por los que ya partieron años antes, y sin duda alguna, al llegar al tercer, cuarto y quinto año de su emprendimiento, recibir como opción y derecho, un 20%, otro 20% y 50% de sus ahorros previsionales, respectivamente, para sostener y convertir sus emprendimientos en empresas. Si nuestro país no está a la altura para empujar una iniciativa como esta, veremos otras crisis siempre desde la vereda de la resiliencia. Pero ¿la robustez dónde está?
¿Es solo para los grandes empresarios? No señores, dejemos de mentir y apoyemos de verdad a nuestra gente. Yo pude, tú puedes, él puede cambiar su destino y el de su familia, educándolos y apoyándolos para ser guerreros empresarios con más herramientas que una persona natural o empleado sin trabajo. Nunca más una foto país como la que vimos ahora con esta pandemia. Chile da tristeza. Un país que se decía casi desarrollado con un ingreso per cápita cercano a US$ 20.000. Pero la verdad es un triste espectáculo social. Qué realidad más evidente. Chile al desnudo, sin compasión. Debemos robustecer y armar a los ciudadanos con mejor preparación y con un verdadero modelo para emprendedores en acción.
Por Patricio Fonseca Mora, CEO y fundador de Cynersis, Integrador Tecnológico